
Investigadores de la Stanford School of Medicine logran desarrollar un antibiótico común para tratar enfermedades graves eliminando el riesgo de la pérdida de audición. Es sabido que los aminoglucósidos, la clase más comúnmente utilizada de antibióticos, salvan vidas, pero puede causar sordera –como detalla Infosalus– se estima que entre el 20 y el 60% de todos los pacientes que reciben estos antibióticos padecen sordera parcial o completa.
Los científicos de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) lo han probado en ratones, esperan probar versiones del antibiótico modificado en seres humanos tan pronto como sea posible. Se trata de una versión modificada de un aminoglucósido que funciona sin el riesgo de causar sordera o daño renal, efectos secundarios comunes. 4 años de trabajo para fabricar 5 gramosEl equipo de científicos implicado en este proyecto tardó cuatro años de investigación para producir 5 gramos del antibiótico recientemente patentado N1MS, derivado de la sisomicina, un tipo de aminoglucósido. N1MS cura la infección del tracto urinario en ratones igual de bien que sisomcicina pero no causó sordera, como demuestran los resultados del estudio. Su estudio presenta un nuevo enfoque prometedor para la generación de una nueva clase de antibióticos no tóxicos.“Si eventualmente podemos evitar que la gente quede sorda por tomar estos antibióticos, en mi cabeza, habremos tenido éxito”, señala el coautor del Anthony Ricci, profesor de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, cuyo trabajo se publica en The Journal of Clinical Investigation. “Nuestro objetivo es reemplazar los aminoglucósidos existentes por los que no son tóxicos”, añade. Durante décadas, los investigadores han buscado la manera de prevenir que los aminoglucósidos maten las células auditivas del oído interno. “Pero muchos enfoques han fracasado –explica Ricci–. El principal problema ha sido que si se tenía éxito en evitar que el medicamento matara las células ciliadas, entonces también se detenía su efecto antimicrobiano. El fármaco no funcionaba más”.
Foto: web de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford
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